Eduardo van der Kooy y Julio Blanck, jefes de Clarín y «referentes» del periodismo argentino, le hicieron a Juan Manzur esta semana una entrevista lamentable, justo cuando se distribuye en Buenos Aires el libro «A su salud», un repaso crítico del desempeño del candidato a gobernador de Tucumán durante sus distintos cargos en la función pública. Es una investigación seria, debidamente documentada, elaborada por los periodistas Indalecio Sánchez, Fernando Stanich e Irene Benito. Periodistas de verdad. No como Van der Kooy y Blanck, quienes no le preguntaron a Manzur ni por la manipulación de estadísticas sanitarias de Tucumán sobre la mortalidad infantil, ni por qué creció tanto su patrimonio personal, ni por la gestión de Alperovich en la provincia, la inseguridad en aumento, los indicadores sociales empeorados, el deterioro de la calidad institucional, nada. Nada de nada le preguntaron. Y, como si fuera poco, Blanck se encargó de deshonrar la investigación, que está prologada por el periodista Miguel Wiñazki. Transcribo aquí tan solo una parte del sonriente diálogo de amigos entre Blanck y Manzur.
—Dígame una cosa: acá si uno anda por el centro de Buenos Aires ve algunos afiches, que no sé si son para la campaña suya o no, un libro, una biografía suya. ¿Es a favor o en contra?
—No lo sé.
—Pero yo vi el afiche. Lo vi a usted en las paredes del centro....
—Pero son libros de campaña.
—No pasa nada.
—No pasa nada. Son libros de campaña, que siempre aparecen previo a una elección, digamos. Yo, sinceramente le digo, no he tenido tiempo para lectura últimamente.
—Pero a favor no debe ser.
Y se ríen todos.
Una entrevista rentada, propagandística y antiperiodística. El programa de Van der Kooy y Blanck en TN se llama Código Político. Yo lo llamaría Código de Comercio, o algo así.
Lo penoso de todo esto es que por mercantilistas como Van der Kooy y Blanck meten a los periodistas honestos, realmente talentosos y dignos en una bolsa en la que todos los gatos son pardos.
No me avergüenzo de ser periodista; sí me avergüenzan estos falsos periodistas, que hacen de la profesión un negocio disfrazado de «periodismo independiente».
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