viernes, 29 de junio de 2012

¿Fernet para cuándo?

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) cuenta desde junio con una serie de palabras, acepciones y siglas nuevas, tales como friki, argumentario, SMS, acojonamiento, espanglish, USB y sudoku. El conjunto de recientes incorporaciones deja entrever cierto sesgo hispanocéntrico, o eurocéntrico, del que saqué unas muy modestas conclusiones:


· Siendo tan importante para la Argentina -país hispanoparlante- la palabra fernet, es inaceptable que la RAE todavía no la incluya en su Diccionario.
· ¡Papamóvil! ¡Papamóvil tiene ahora una definición en el Diccionario de la RAE, y no fernet!
· La RAE incorporó pepero como relativo, perteneciente o afiliado al Partido Popular (PP), mas no lo asocia a derechoso, franquista o fascista.
· La RAE también agregó una nueva acepción de la palabra rural: "Inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas". Teléfono para Alfredo de Angeli.
· Incorporó asimismo nueve acepciones del vocablo riesgo: riesgo país, específico, operativo, sistémico, soberano, de crédito, de interés, de mercado y de reinversión. ¿Por qué será?
· Euroescepticismo es otra de las novedades del Diccionario de la RAE: "Desconfianza hacia los proyectos políticos de la UE". Euroescepticismo sí figura; fernet no. Ok.
· La RAE también incorporó la palabra pasadista: "Aferrado a las ideas, normas o costumbres del pasado". Teléfono para Miguel del Sel y, si no está, para Julio Bárbaro o para Alejandro Apo o Quique Wolff; no sé.
· (O sea que no es pasatista, sino pasadista)
· Sushi es otra de las palabras incorporadas este mes por la RAE a su Diccionario. Sushi sí. Champán sí. Fernet no. Ok.
· ¿Saben qué otra palabra agregó la RAE este mes a su Diccionario, que no es fernet? Energizante. ¡Energizante, y no fernet! Ferneteros, a por las cacerolas.
· Así como hay peperos, también ahora el Diccionario incluye a los sociatas (PSOE). Radichetas y peronchos, ni hasta los veinte.
· La RAE también incorporó a su Diccionario la palabra "clitoriano, na" ("Perteneciente o relativo al clítoris"). Así que ya pueden usarla.
· También la RAE añadió la palabra "europeizador, ra": "Que europeíza". Teléfono para la clase media argentina.
· Citricultor es una palabra que en Tucumán se usa hace más de un siglo. La RAE la incorporó a su Diccionario esta semana.
· También la RAE agregó la palabra cenetista, afiliado o dirigente de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Cenetista sí; cegetista no.
· Desde este mes también figura en el Diccionario de la RAE la palabra "orgásmico, ca". Así que ya la podemos usar tranquilos.
· La RAE asimismo incluye ahora la palabra vaticanista, pese a que cada vez quedan menos.

jueves, 28 de junio de 2012

El arma de instrucción masiva


En la esquina santelmitana de Balcarce y Humberto 1º son las seis de la tarde y ya casi es de noche. Los adoquines respiran el feriado invernal del Día de la Bandera frente al descalabrado predio del ex Patronato de la Infancia. Los accesos están custodiados por una patrulla de policías que se pasan el día charlando, entre baldosas rotas, yuyos crecidos, paredes despintadas y hierros enmohecidos. En uno de los edificios del complejo, junto a un puñado de familias, vive el artista Raúl Lemesoff, con sus obras de arte, sus claros ojos tristes, sus cigarrillos y su trabajo más emblemático: el Arma de instrucción masiva.
Ese es el nombre que el escultor paranaense, de 12 años “de mentalidad”, como se proclama, y de unos treinta y pico de vida, le dio a un vehículo automotor cuya carrocería adaptó para darle forma de tanque de guerra y que, a la vez, pueda transportar en su exterior unos 1.200 libros. Libros que pasean por las calles porteñas desde hace 10 años y que cualquiera puede retirar sin costo alguno. A su vez, cualquiera puede depositar “municiones” en el arma. El intercambio de letras –no de balas– es, pues, el leitmotiv de este carro de combate, el único que no mete miedo.
“El Arma de instrucción masiva es una escultura y forma parte de un ejército mundial de armas de instrucción masiva que estoy formando. Construí la primera en Estados Unidos, previamente a la invasión el ejército norteamericano a Irak (2003). Armé otra en Holanda y armé esta en la Argentina: un Falcon modelo 79 que perteneció a la dictadura”, comentó Lemesoff. “De a poco –agrega–, voy construyendo armas donde puedo, en diferentes países, en diferentes ciudades, en diferentes comunas”.
Tapizada con forros de libros viejos, el Arma es el medio de transporte de Lemesoff: lo usa para ir a la panadería, para trasladar materiales u obras de arte y para movilizarse, en general. Pero, cuando está en la calle, liberada de los quehaceres domésticos del dueño, cumple su función primordial. “Cuando pasa el Arma por la calle genera sonrisas; las personas se llevan libros; otras dejan los suyos. Comunicamos y contribuimos a la paz por medio de la lectura”, dice, como personificando el Arma, humanizándola, convirtiéndola en su álter ego.
El escultor ha viajado por toda la ciudad de Buenos Aires y por varias provincias argentinas: Mendoza, San Luis, San Juan, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe o Misiones. Y ya ha entregado 25.000 libros. En el antiguo Falcon verde, con su nueva estructura, pueden viajar hasta dos personas: conductor y acompañante.
Asegura que el Arma puede circular velozmente sin que los libros se muevan de su lugar. “A menos que la gente los saque y los deje mal acomodados, los libros van bien aprisionados. Puede andar a 140 kilómetros por hora y no se vuela ni un solo libro”, insiste.
Poemas, ensayos científicos, novelas, cuentos, infantiles y obras de teatro se encuentran en el Arma. No hay de religión. “La religión –explica– separa en vez de unir a la gente. Todas las guerras se han hecho de alguna forma u otra basadas en la religión. Y la religión cristiana ha cometido las atrocidades más grandes en nombre de la iglesia. Entonces, creo que no contribuyo a nada con libros de religión”.
Lemesoff no reniega solamente de las religiones, sino también de los políticos, a quienes señala como autores de iniciativas similares al Arma, que surgieron después de haberla conocido. “Cuando fui a pedir ayuda para movilizar el Arma, sólo logré que me copiaran la idea, la pusieran en marcha por su cuenta y no me ayudaran. Entonces, dejé de avivar a giles. Cuando yo llegué al país, después de 10 años, no había ninguno como el Arma. Solo la lancha del Tigre, que llevaba libros a las islas. Pero terrestres no había ninguno que transportase libros a lugares donde los libros no llegaban. Después de que presenté mi proyecto en la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) apareció el Bibliomóvil, el Tren Literario o el Bibliobus. He visto cómo los funcionarios se han inspirado en mi proyecto”, asevera. “Ningún político tiene la capacidad, por más sincero que sea, de mejorarle la vida a la gente. La gente está muy confundida. Los políticos no sirven para eso”, sentencia.
Su objetivo, asegura, son los lugares donde hay menos libros: “En los barrios de conchetos trato de recargar muy bien el Arma y de llevar esos nuevos libros a villas miseria, escuelas carenciadas, pueblos fantasmas, casas rurales, bares y barrios de bajo nivel adquisitivo, donde realmente son apreciados y no pueden creer que sean gratis”, comenta.
Lemesoff avisa que no tiene ninguna expectativa grandilocuente con el Arma, que todos los días cumple su cometido. “Sólo quiero que pasen los días. Quiero seguir trabajando. Yo hago varias piezas de arte, aparte de esto (hacer andar el Arma). Me gusta crear. Laburo con vidrio, con metal, con madera, con máquinas usadas de escribir, con teléfonos celulares, con lo que agarre. Algunas obras están acá. Estoy armando el tallercito. Hago mesas, muebles, fotografía, documentales, canciones, qué se yo… me la paso todo el día boludeando”, cuenta, apoyado sobre el Arma.
El Ford Falcon verde, que durante los años de terrorismo de Estado era utilizado como vehículo para secuestrar personas y cometer después las peores atrocidades, hoy sale a la calle a recibir y regalar letras y a rescatar el valor de la lectura. A disparar cultura.

domingo, 24 de junio de 2012

Los pensamientos

No sé qué tiene esa calle, que parece que ha llovido. Habrá llorado un amante, al que han echado al olvido. Adiós, que de ti me alejo, prenda querida del alma. Queda en ti mi pensamiento; ya se va mi amor en calma.

(Esta versión en vivo de Los Pensamientos, tonada de Saúl Salinas, es de Juan Quintero y Coqui Ortiz. Es lo único que sé cantar y, a la vez, tocar con la guitarra)

jueves, 21 de junio de 2012

Lewis Carroll

–Ver el horror,
verlo en lo cómico,
y ver lo cómico
en el horror:
ese es el juego.

Lo que no es loco
no es verdad.

Cayendo a tientas
por el pozo
o atravesando
el blando espejo.

Lo que no es loco
no es verdad.

Llama la risa
a lo siniestro.
Llama el sentido
al sinsentido,
llama el pensar
al desvariar.

Lo que no es loco
no es verdad:
ese es el rumbo.

(Leónidas Lamborghini, Cancionero del pillo)

viernes, 15 de junio de 2012

Momento para renacer

Febrero de 1982. Teatro Ópera, de Buenos Aires. Mercedes Sosa regresa a la Argentina, tras el exilio. Aún gobiernan los militares, pero asoma la democracia. La Negra contagia energía y serenidad, y regala Soy pan, soy paz, soy más, esta magnífica canción compuesta por Piero.

lunes, 11 de junio de 2012

Pingo

La palabra «pingo» en Tucumán es polisémica, como «vaina» en el Caribe. Puede sonar vulgar y agresiva, pero es inofensiva. Estos son algunos de sus usos:

· En Tucumán la palabra pingo es sinónimo de pene y tiene múltiples usos, tales como el de hipérbole. Por ejemplo: «hace un frío del pingo».
· Pingo también supone algo de escaso valor («no vale un pingo»), rechazo («¡pingo que te lo doy!») y despedida («bueno, me voy al pingo»).
· Supone triunfo o destrucción («lo hizo pingo»), insulto («cara de pingo», «cabeza de pingo» o su versión simple, «caripingo», de la que deriva el cariñoso apócope «caripi») y queja («¡me cago en el pingo!»).
· Pingo también adopta variaciones morfológicas. Por ejemplo, para significar rapidez suele decirse que un auto «iba a los pingazos».
· Se usa para significar estafa o aplazo en una materia («me metieron el pingo») o accidente doméstico («se ha caído al pingo»).
· Pingo se emplea también como advertencia («no me hinchés el pingo») y nombre genérico («¡qué se yo quién es! ¡Pingoleón Fernández!»).
· Para demostrar desinterés también se usa pingo («me importa un pingo») y para enfatizar una pregunta («¿vos cuándo pingo vas a laburar?»).
· Es empleado como auxiliar para plantear una duda sobre la naturaleza de algo: «¿qué pingo es eso?».
· Otra variación morfológica de pingo es como sinónimo de disgustado o molesto: «estoy empingado». También se usa «me tienen el pingo lleno».
· Pingo también se emplea para demostrar enfado respecto de una persona indecisa, displicente o disconforme: «no hay pingo que le venga bien».
· Una forma muy usada del vocablo pingo es para significar embriaguez: «me puse hasta el pingo» o «hasta el granmil pingo», según el caso.
· Una forma compuesta de pingo se emplea para definir a alguien cargoso o pesado: «hinchapingo» o, en su versión más moderna, «quiebrapingo».
· También se emplea para restarle valor, en tono de queja, a una cosa: «me anda mal el auto pingo este».
· «Alpi» se usa como apócope de «al pingo»: «Me voy alpi». También tiene su versión en vesre: «Buoh... Me voy al gopín».

Aportes recogidos de Twitter
· Estatus social: «¿Quién pingo te creés?».
· ‏Interrogante clásico: «¿Qué pingo pasa aquí?».
· Pasatiempo: «Estuvimos inflando el pingo hasta las 5 de la mañana».
· Síntoma: «Me voy a dormir porque, si no, mañana me voy a sentir para el pingo».
· Dificultad visual: «No veo un pingo».
· Lejanía: «Eso queda en la loma del pingo».

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