martes, 30 de marzo de 2010

Anuncios afrodisíacos

El de la foto es el letrero de un comercio madrileño de venta de artículos de ortopedia. Está ubicado en la zona de la estación de Metro Cuatro Caminos. Unas cuadras antes, en la pizarra de un restaurante vi que el segundo plato del menú del día era filete de choto con patatas. En otro se ofrecían conchas de pescado. Bueh...

miércoles, 24 de marzo de 2010

Anteojos negros usaban los seis

Mi aporte en el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia es postear una canción que aprendí en el secundario, el año en que el artista tucumano Luis Gómez Salas fue nuestro profesor de música. Entonces tenía 15 años, era adolescente y no sabía muy bien de qué se trataba esto de la dictadura. Hoy, por suerte, entiendo un poco más de qué fue la cosa. Y quiero enterarme de más. Pensé que se trataba de cieguitos, de Los Twist. Nunca más.

Fernando Vallejo y la Iglesia católica

Mauricio Builes, periodista de la revista Semana de Colombia y compañero mío en el Programa Balboa, me ha relatado detalles de la videoconferencia que dio hace instantes el escritor Fernando Vallejo, desde Bogotá, para el público de Casa de América (Madrid) en ocasión de la presentación de su último libro, El don de la vida. Vallejo -el novelista colombiano más importante, después de Gabriel García Márquez- explicó que el título de su obra, en verdad, es una ironía sobre el axioma de la Iglesia católica, según el cual la vida es un regalo de Dios. A propósito de los escándalos de pederastia eclesiástica, el escritor sostuvo que la culpa no es de los curas, sino de la institución. Ellos son las primeras victimas de la Iglesia, afirmó, y acerca del caso de Georg Ratzinger, hermano del papa, Benedicto XVI, dijo: lo único que lamento es que no me hayan invitado a las orgías con los muchachitos del coro celestial. Vallejo aseveró que pederastia es un concepto que debe redefinirse y reclamó menos demagogia. El sexo -afirmó- es inocente siempre y cuando no haya violencia y doblegación moral. ¿Qué son niños? Humanos de nueve o 12 años. Pero los de 15 años son locomotoras sexuales; ya no son niños. Y si el cura no los masturba se masturbarán solos. No jodan más a estos curitas. Les aconsejo que se salgan de esa institución monstruosa; y a los chicos del seminario, los que queden, que por fortuna ya no son muchos, que no se dejen lavar el cerebro.

lunes, 22 de marzo de 2010

Misterio en la montaña

Los refranes y los aforismos son frecuentes en las paredes de las calles de Granada; en particular, en las de sus pintorescos suburbios montañosos. De acuerdo con una de las leyendas urbanas de la zona, hace unos años la proliferación de una serie de grafitis, de sentencias sarcásticas y de protesta, y su reaparición inmediata en los mismos sitios de donde habían sido borrados por el personal del ayuntamiento, causaron la indignación de las autoridades de la ciudad andaluza; ordenaron la búsqueda del autor, a quien luego de unos meses finalmente pescaron in fraganti. La sorpresa fue que dieron con un viejo y prestigioso profesor de la universidad, que tras haber sido echado de su trabajo, como consecuencia de esta conducta sediciosa, se recluyó en el Sacromonte, donde vive en una de las enigmáticas cuevas, típicas de ese barrio gitano. Ayer, caminando por el Albayzin -el principal arrabal de la ciudad, histórico, de rasgos árabes, de calles empedradas, empinadas, antiquísimas- con mis colegas del Programa Balboa nos detuvimos frente a esta pintada curiosa que se le atribuye al catedrático insurgente (clickear en las fotos para verlas más grandes). Después, ya en el Sacromonte, mantuvimos un breve coloquio con un señor de pelo blanco, largo, y ojos azules desafiantes, penetrantes, de una extravagante mezcla entre diabólicos y nostálgicos. Fue en un pasaje quieto, una esquina solitaria en la que se sentía -no exagero- cierta turbación o energía negativa, un miedo a no sé qué, que este cíngaro maduro se nos aceró de golpe y, sin presentarse, nos dijo, con una voz lejana, pero firme y pacífica: ese es de propiedad privada; es mío. Se refería a un grafiti que nos había llamado la atención, en el que se leía: no más mierda: a la del perro la recojo yo. Luego, el hombre nos pidió amablemente que no le tomáramos fotos, nos recomendó un tradicional bar para visitar más abajo y se fue saludando con un gesto cordial, tan inadvertido como en su aparición. ¿Sería éste el docente rebelde?, nos preguntamos, y sin discusiones acordamos mantener el misterio y quedarnos con un recuerdo amargo y siniestro de este encuentro incógnito; para volver a Granada a sentir el sabor de la transgresión, de la clandestinidad; el lamento moro, un rasguido penoso, un grito estrellado, una mirada sensual, una Alhambra pecaminosa, decadente, roja; una tierra atormentada, cautivadora, ardiente.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Diálogo corrosivo

En las redacciones de diarios siempre hay elementos que ejercitan lo que uno de mis jefes de La Gaceta, Juan José Concha Martínez, llama un buen manejo de la la ironía. Anoche escuché a dos periodistas comentando, con un distinguido sarcasmo, una noticia de la prensa del corazón sobre la separación entre una bailarina y un torero:

Periodista 1: Mira: Cecilia Gómez y Fran Rivera han roto relación. ¡Qué lástima! Formaban una hermosa pareja.
Periodista 2: Me gustaría saber quiénes son estos dos.
Periodista 1: Bueno, pues él es un destrozador de animales y ella es una zorra que se ha tirado a este destrozador de animales.
Periodista 2: Vale, ¿y de qué ministerios son?

lunes, 15 de marzo de 2010

@elcorchito

Desde esta semana soy usuario de Twitter. Mi nombre de usuario es @elcorchito, atento a que se trata de microblogging -he leído que así se escribe- y a que ya poseo un blog -en el que practico el... ¿blogging?- que se llama El Corcho. Algunos de mis colegas del Programa Balboa me han persuadido de los beneficios de esta red social; me han asegurado que es útil para los periodistas. Y yo he aceptado el convite. No quiero quedarme fuera del Periodismo 2.0, del periodismo que viene (¿?) ¡Sí, señor! Soy usuario de Twitter y, por lo tanto, supongo, soy un periodista moderno... En verdad, soy en internet, como en la cocina, un completo inepto; un neorromántico en la era de las comunicaciones que no resiste el esnobismo informático; un pasajero taciturno en el tren a la renovación. Soy usuario de Twitter.

La crisis laboral en España

En el último suplemento Actualidad de La Gaceta salió publicado un informe que escribí desde Madrid sobre la crisis de empleo en España. Para leerlo, clickear aquí.

jueves, 11 de marzo de 2010

Cierra tus ojos y escucha

Caminata nocturna por Madrid. Frío álgido, viento severo. Soledad ingente. Una melodía le agrega a la madrugada esa pizca de tribulación componedora, necesaria y justa después de un día frenético, caótico, histérico. Un instante de realidad. El bandoneón de Ástor Piazzolla. El saxofón de Gerry Mulligan. Reunión cumbre. Close your eyes and listen.

lunes, 8 de marzo de 2010

Lazos

Ahora, que es la primera vez en mi vida en que los días enteros pasan sin compatriotas alrededor y en consecuencia buena parte de los coloquios corresponde a un intercambio verbal sobre las costumbres de cada país, no siento ninguna necesidad de ejercer ese nacionalismo usual en muchas personas, anacrónico para esta coyuntura mundial cosmopolita, derivada de lo que se ha dado en llamar globalización. No soy cultor -mucho menos- del fetichismo snob y superficial que practican otros; ese afán por exhibir una serie de elementos típicos de una sociedad para demostrar lo diferente, lo extraordinario de una nación -pocas veces llega a merecer tal adjetivo- y, de esa forma, justificar la nostalgia que cada uno siente por la tierra. Sin embargo, el caso es que hace un rato he descubierto en el fondo de mi mochila, ya bastante deformada, una barrita de chocolate Tofi que me había comprado hace más de un mes en Buenos Aires, antes de venir a Madrid. Y sí, debo reconocer que el sólo hecho de haberla hallado me produjo cierto enternecimiento. No una melancolía pura y dura, para nada; pero sí una vaga agitación emocional. Me ha pasado lo mismo cuando, de visita por esta ciudad, mi amigo Patricio Conta me regaló una botella de Fernet Branca; y otra vez, hace unos días, cuando escuchaba Heroína, de Sumo, mientras cocinaba un arroz con salchichas. Esas conexiones… no sé. Supongo que no se puede vivir del todo ajeno a la historia de uno, al lugar, inclusive en circunstancias óptimas, de entusiasmo, de complacencia y de satisfacción como estas; que uno puede acostumbrarse a comer cerdo o a ver las películas dobladas al castellano más puro, al que hablan aquí, ese lleno de zetas, pero que a la larga siempre las preferirá subtituladas y nunca olvidará el sabor de unas jugosas entrañas a la parrilla.

domingo, 7 de marzo de 2010

Patrones de conversación

En Madrid vivo rodeado de ciudadanos de distintos países y descubro que hay ciertos denominadores comunes, patrones de conversaciones entre mis amigos y mis colegas argentinos y en mi familia, que aquí no funcionan. Algunos tópicos -por caso, la polémica por el Fondo del Bicentenario, lo mal que está jugando Boca o lo lindo que es salir a tomar un fernet con Coca en verano en Tucumán- quedan anulados. Inconscientemente, empiezo a hablar sobre temas que a los pocos segundos me doy cuenta de que no tendrán admisión. Cuando sigo las noticias acerca del resurgimiento de la disputa soberanista sobre las islas Malvinas, o la expectativa sobre El secreto de sus ojos en los Oscar o el suspenso en torno del equipo que llevará Maradona al Mundial me dan ganas de departir, de mantener un diálogo extenso y profundo sobre esos asuntos. Pero esa plática no es asequible. Y tal vez es lógico que así sea. Lo que hagan los Kirchner o Alperovich poco importa al lado de los escándalos de Berlusconi, de las medidas de Zapatero o de las críticas de Rajoy o de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, al manejo de la economía española, que está en crisis. La formación que disponga el Chueco Alves para el próximo partido posee escasa relevancia en comparación con la atención masiva que recibe la preparación del Real Madrid para corregir el resultado adverso ante el Olympique de Lyon. El conflicto del Atlántico Sur, pese a que le interesa mucho más a cualquier europeo que a muchos de mis compatriotas, es arcaico, insignificante o ya demasiado discutido en el ámbito mundial. Este choque no me estresa, pero sí me sorprende. Poco a poco voy entendiendo que las discusiones atractivas aquí son otras. Poco a poco voy comprendiendo este nuevo repertorio cotidiano internacional.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Un análisis que faltaba

Un buen analista es aquel que posee una mirada integral de lo que acontece; se detiene en eso que los otros no ven o que advierten y no saben explicar. Un buen analista es el que camina como Juan por su casa en ese espacio intersticial entre los periódicos, la radio, la televisión o internet y la realidad; mira a un lado y al otro, estudia, razona y concibe un comentario. Sin ataduras de ninguna índole, va al quid de la cuestión a contracorriente de la tendencia y ejerce así la parte más plausible del periodismo. Este es el caso de Héctor Abad Faciolince, columnista y asesor editorial del diario colombiano El Espectador. Abad Faciolince redactó un artículo sobre la forzada mea culpa y el abatimiento públicos de Tiger Woods a causa de haber protagonizado un escándalo con prostitutas. En el texto, titulado Pedradas al hombre adúltero, el periodista no cae en la abyección de proponer un indulto al golfista por haber sido infiel, aunque sí señala la crueldad a la que ha sido sometido por los medios de prensa norteamericanos, en consonancia con esa defensa a ultranza de ciertos valores éticos en Estados Unidos -y su escaso correlato social-. Un párrafo de este jocoso y a la vez cabal ensayo -que me acercó Mauricio Builes, redactor de la revista colombiana Semana y becario del Programa Balboa 2010- dice así: a Tiger ya lo molieron, entre terapias sexuales y penitencias públicas. Que se unte de ceniza, que se refugie en el budismo, que persiga la paz de los sentidos: nada logrará sino acabar con lo que es. La negación de la naturaleza humana no deja sino hipocresías, moralismo fariseo y una colosal ridiculez. Un lío de faldas, que debería resolverlo el hombre sólo con su mujer, se vuelve un caso mundial.

lunes, 1 de marzo de 2010

Los indios, el jugador número 12

¡Aleeeeeeeeeeeti! ¡Aleeeeeeeeeeti! ¡Aleeeeeeeeeeeeti! Un hervidero de pasiones aclama al equipo en el Vicente Calderón. Son los indios, el jugador número 12. El partido es por la liga española, contra el Valencia. El referí Alfonso Pérez Burrull, oriundo de la región de Cantabria, anuncia el comienzo. Timidez. Juego mezquino, frívolo. Saque de arco para el visitante. Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeh… ¡Cabrón!, grita la afición roja y blanca, para acompañar la carrera y el pelotazo del portero, César Sánchez, ex jugador del Real Madrid, el enemigo; la mala palabra. El árbitro no cobra un claro penal a favor del local y, de contragolpe, David Silva anota el primer gol, luego de torear al arquero. 1 a 0 para el Valencia. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!, son los primeros bramidos de la hinchada hacia el juez. ¡Arbitro valiente… valiente hijo de puta!, corean. Impaciencia, enfado con el equipo. ¡Joder! ¡Coño! ¡Un poquito de ganas!, reclama un seguidor nervioso. Otra falta en el área que el referí no cobra. Es una mano alevosa. Esta vez, los jugadores del Aleti se le van encima a Pérez Barrull que, perturbado, acosado, accede a sancionar el penal tras consultarle la jugada polémica al cuarto árbitro. Insólito; se supone que los cuartos árbitros sólo están para asistir al principal en los minutos de adición y en los cambios. Además, se va expulsado el defensor Marchena. La multitud aplaude. Ya es una incuestionable protagonista en la cancha. Cachavacha Forlán empata el partido con un muy poco elegante tiro al medio. ¡Uruguayo! ¡Uruguayo! Vuelve el entusiasmo. ¡Vamos! ¡Que son 10, hostia! Minuto 44: mano a mano de Agüero, tras un regalo de la zaga valenciana. Tira la pelota a la segunda bandeja. ¡Kun! ¡Kun! ¡Kun!, lo consuelan desde las gradas. En el entretiempo me voy a recorrer el estadio. Una terraza óptima para caminar y departir sobre el fútbol. Con mis compañeros del Programa Balboa nos tomamos una gaseosa y comemos semillas de girasol, pipas, como las conocen en España. Volvemos. Arranca el complemento. El arquero Sánchez demora cada saque de arco del visitante. ¡Vikingos, no! ¡Vikingos, no!, reprocha la parcialidad india, en alusión al ex madridista. Comienza el acecho a su portería. ¡Qué malos sois!, descalifica un hincha local a los jugadores valencianos. ¿Qué tal si la das, coño? Ya te compro yo una pelota, se queja otro. Mientras, el Kun empieza a batir la defensa con lances y movimientos espléndidos. Lo golpean. Queda rengueando. Pide asistencia. ¡Agüero! ¡Agüero! ¡Agüero!, lo vitorean. Se recupera. Se ubica sigilosamente en el centro del área chica. Córner y gol de cabeza del argentino. ¡Vence el Aleti, loló, loló, loló! ¡Vence el Aleti, loló, loló, loló!, cantan los indios, y revolean miles de bufandas y gorros rojos y blancos. Patadón del valenciano Miguel. Es expulsado. Adióooooooooos, hijoputa, adióoooooooos, lo despiden socarrona y melodiosamente. El duelo con el arquero Sánchez se reedita. ¡César, muérete! ¡César, muérete!, le gritan. El jugador los hace callar con un gesto desdeñoso con la mano. Ahora los insultos son ensordecedores: ¡Hijoputa! ¡Viejo! Forlán liquida el pleito con un zurdazo distinguido, para reivindicarse. Y más tarde, Jurado, reemplazante del Kun, pone el 4 a 1 final. El Valencia se va atolondrado, confundido. Afuera, los bares están llenos de indios tomando cerveza. Ellos también ganan los partidos.