(Es una tontería destinada sólo a quienes hayan leído Emma Zunz, de Jorge Luis Borges)
El dueño de Tarbuch, Aaron Loewenthal, fue asesinado ayer a la mañana, en su propio despacho, de tres disparos en el pecho. Emma Zunz, empleada de la fábrica textil, ubicada en el barrio porteño de Barracas, le confesó a la Policía que ella lo mató y que lo hizo en defensa propia, debido a que el ejecutivo en ese momento estaba abusando de ella.
El dueño de Tarbuch, Aaron Loewenthal, fue asesinado ayer a la mañana, en su propio despacho, de tres disparos en el pecho. Emma Zunz, empleada de la fábrica textil, ubicada en el barrio porteño de Barracas, le confesó a la Policía que ella lo mató y que lo hizo en defensa propia, debido a que el ejecutivo en ese momento estaba abusando de ella.
Según fuentes de la Fiscalía de Instrucción Penal V, que investiga el crimen, Zunz declaró que Loewenthal, un reconocido empresario porteño del rubro indumentaria, la hizo llamar a su oficina privada sin anticiparle los motivos de la audiencia, que fue a solas.
“La mujer relató que Loewenthal comenzó a persuadirla con insistencia de tener sexo en ese mismo momento, a lo que ella se negó terminantemente. Entonces, el directivo la golpeó varias veces para debilitarla y hacerla ceder, tras lo cual empezó a abusar de ella; hasta que, en un descuido de él, ella pudo tomar un revólver que había visto en el escritorio y lo liquidó”, comentaron voceros de la fiscalía, a cargo de Juan Pérez.
Trabajadores de Tarbuch iban a llevar a cabo mañana un paro de ocho horas, debido al incumplimiento de un acuerdo salarial alcanzado el mes pasado. La comisión gremial interna, después de una asamblea general efectuada anoche, decidió suspender la medida de fuerza hasta nuevo aviso, en razón de tales circunstancias.
Dos empleadas que trabajan en el mismo sector fabril de Zunz, citadas como testigos por el fiscal Pérez, comentaron que no estaban al tanto de que Loewenthal había convocado a su compañera a su despacho y se mostraron sorprendidas por el homicidio, ya que, según valoraron, Emma es una colega suya “muy seria y bondadosa” y el dueño de la fábrica “era un buen hombre” y no tenía antecedente alguno sobre acoso laboral ni sexual.
Los investigadores de la Dirección de Casos Especiales de la Policía Federal también trabajan sobre una versión según la cual Zunz había estado la noche anterior en la zona del puerto y permaneció durante 45 minutos en un hotel donde se alojaba la tripulación de un barco noruego, que esta mañana tenía previsto retornar a su país. Los detectives quieren indagar si entre esa visita y el crimen del día siguiente hay alguna relación.
Otros testigos que también citó el fiscal Pérez hablaron de una posible venganza de Zunz debido a una vieja disputa de capital entre su padre, Emanuel Zunz, y Loewenthal, tras la cual este último se quedó con todas las acciones de la compañía. Emanuel Zunz cayó en bancarrota y se fue a vivir a Florianópolis (Brasil), donde murió la semana pasada. Aunque no la descartaban, fuentes judiciales señalaron que consideraban improbable esta versión.
La Policía comentó que al momento de ser detenida Zunz evidenciaba en su rostro haber estado llorando y que, sin embargo, testificó con entereza en la comisaría.
Zunz se encuentra ahora detenida en la cárcel de Villa De Voto y a la espera de someterse a un estudio médico para comprobar la violación que, según denunció, sufrió de parte del empresario.
Familiares de Loewenthal no formularon declaraciones a la prensa sobre el asesinato, aunque por medio de allegados ya anunciaron que tomarán todas las acciones necesarias para que se imparta justicia.
3 comentarios:
Excelente.
Gracias, por el aguante, Juan. En realidad, lo excelente es el cuento de Borges. Yo solamente lo convertí en una crónica policial de género seco (sequísimo), sin gracia, ni emoción, escondiendo toda belleza. Un ejercicio literario negativo, por llamarlo de alguna manera, lo que nos suele salir muy bien a los periodistas. Un abrazo.
Como te había adelantado, tenía el libro en la mano. Aproveché para recordar el cuento y leí el post. Y no me gustó. No me gusta sentirme intimidado, por nadie. Y acá me pasó eso. Tanto que sentía saber algo que quien escribió la crónica desconocía. Creía tener la verdad, sentí culpa. Por eso, te repito, aunque no lo disfruté, me pareció excelente. Lo demás, es tarea de mi psiquiatra.
Abrazo
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