En la Argentina , "fascista" ahora significa "el que no piensa como yo", escribió hace unos diez días @rayovirtual. Y la verdad es que "fascista" se oye demasiado, todo el tiempo. Como adrenalina, un vocablo científico que no sé en qué momento se convirtió en lugar común. @rayovirtual advirtió la polisemia de fascista y la puso en palabras. Es un hábil usuario de Twitter, que comprende su lógica a la perfección. Esto es: cada tuit, una idea fuerza, un concepto acabado, un elemento de la realidad. De eso se trata. Es una cualidad que tienen otros tuiteros que también sigo: esa capacidad de advertir lo que pasa y contarlo en Twitter. Contar en Twitter no es fácil. Es una gimnasia que pocos pueden desarrollar con eficacia (y elegancia, ¿por qué no?). Mi amiga @i_benito sí lo puede hacer. Esta semana contó desde Estados Unidos: La edición nacional de The New York Times cuesta uSs 6 (casi $25): jamás había pagado tanto dinero por el periódico del domingo. Un dato sencillo, un buen #SabíasQue, que abona una mirada de @castrolucas: La gente que no usa twitter piensa que acá la gente dice "Estoy yendo al baño" "Voy a comer locro". Posta. Posta que así piensan. Y posta que no es así. Hay quienes con simpleza y talento llevan al timeline eso que ven u oyen; convierten en tuit aquello que suele pasar inadvertido en la calle, en internet, en el laburo o hasta en la pésima publicidad televisiva de una marca de pastas: Si me hacés viajar hasta Marruecos por un plato de fideos, por lo menos esperame para comer #hijomenor (@osvaldobazan). En Twitter, vivimos para contarlo.
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