Mi reforma ortográfica, señorías, que en esencia es la que propuso en el Siglo de Oro Gonzalo Correas (quien escribía «Korreas») pero acomodada a la realidad actual del idioma, la de que los hispanoamericanos hoy por hoy somos sus dueños, va así: «casa» con ka de «kilo»: «kasa». «Queso» con ka de «kilo» y sin
u: «keso». «Aquí» con ka de «kilo» y sin
u ni tilde: «aki». «Cielo» con ese de «suelo»: «sielo». «Zapato» con ese de «suelo»: «sapato». «General» con jota de «joder»: «jeneral». «Guerra» con ge de «ganas» pero sin
u: «gerra». «Güevón» con
u sin diéresis ni tilde: «guevon». «Burro» con be de «burro»: «burro». «Vaca» con be de «burro»: «baca». «Hijueputa» sin hache: «ijiueputa». Nuestras letras dobles con sonido sencillo, que son la che, la elle y la erre, se escribirán respectivamente
s,
l y
r. Y así tenemos: «chapa»: «
sapa», con ese africada postalveolar sorda y sin hache. «Carro» (como para decir que las prepago —prostitutas— quieren carro): «ka
ro», con ka y erre dura. «Río» se escribirá «
río», con erre dura. «Loco» se escribirá «loco», con ele normal. «Llama» se escribirá «
lama», con ele rara. La ye de «el hombre y la mujer» irá con
i latina: «el hombre i la mujer». «Wagneriano» se escribirá «bagneriano». «Examen» se escribirá «ecsamen». Se suprimen pues, señorías, la ce, la hache, la cu, la ve, la ve doble, la equis, la ye, la zeta, las tildes y las diéresis, a Dios se le quita la mayúscula y se les pone a tres letras viejas tres rayitas como la de la eñe, pero abajo en vez de superpuestas. Ahora, que si en vez de las tres letras con las rayitas ustedes prefieren signos nuevos, adelante, a dibujarlos, señorías, soy todo ojos y oídos.
Voilà tout. Verán cómo desbancamos al inglés.
Vuelta pues atrás a los fenicios y a los griegos, a un signo por cada sonido. Donde nosotros tenemos la c, la k y la q con u los griegos sólo tenían la kappa. Y donde nosotros tenemos la b y la v, los griegos sólo tenían la beta. Y como fue volverá a ser en cumplimiento de la revolución inmóvil priista que guiará en adelante el mundo. Ortografía fonética sin resabios etimológicos, señorías. A este idioma le sobran ocho letras y al hombre, dos tetas.
(Fernando Vallejo, en su novela Casablanca, la bella)
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