Un ex ministro de Educación que escribe con errores de ortografía; un ex candidato presidencial que desea Feliz Navidad en la víspera de Reyes; una diputada que quiere que le lleven el desayuno a la cama; un canciller que opina sobre la pelea entre un economista y una vedette; una presidenta que pasa del discurso nacionalista y latinoamericanista a expresiones en inglés. Los traspiés y las contradicciones son moneda corriente en Twitter, una red social que, si no es administrada con cuidado, puede ser un arma de doble filo para los políticos.
La plataforma de microblogging les permite funcionarios, mandatarios, legisladores y sindicalistas promocionarse y mantener contactos directos con sus seguidores. Los gurús de las comunicaciones la ponderan como una herramienta útil para apuntalar su imagen. Pero, a la vez, es un campo propenso a los gaffes y exabruptos, que los ponen en riesgo de perder puntos ante la opinión pública, lo que no parece menor en años electorales como este. El jueves, el líder del Frente Amplio Progresista (FAP), Hermes Binner, tuiteó algo sin sentido y esa expresión se convirtió en el primer trending topic (tema del momento) mundial. El santafesino escribió Obvñzfhnhxds, con lo cual en Twitter se hicieron todo tipo de cargadas. Al día siguiente, inclusive, salieron afiches promocionando a Binner. Pero el impacto del desliz del ex gobernador socialista ¿fue positivo?
Para Gonzalo Echevarría, consultor en comunicación digital, un error en Twitter “no sale más caro que un error en cualquier otro medio masivo”. “Lo que tiene Twitter es que es más fácil meter la pata si no se está muy atento. No hay marcha atrás. Los que quieren borrar o dar de baja su post cuando se equivocaron cometen un nuevo error”, afirma Echevarría.
A menudo los tuits de los políticos delatan incongruencias y comentarios inconsistentes, que quedan en Internet, un archivo abierto y disponible para todo el mundo. Por caso, el 14 de mayo de 2010, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, escribió: “Los K tienen fecha de vencimiento: 10/12/2011”, día en que finalmente Cristina Kirchner asumió su segundo mandato presidencial. El tuit aún circula por la web como burla al PRO. “Las redes sociales son útiles si tenés algo para decir. Si no, mejor no tener un perfil abierto”, sentencia Echevarría.
La presidenta, Cristina Kirchner, suele apelar al nacionalismo para referirse a temas diversos, pero en las últimas semanas tuitea con términos en inglés. Por ejemplo: “Estas son las cosas en las que los gobernantes deben acordar y cooperar. La gestión concreta. No la photo opportunity. Se entiende?”.
El especialista en comunicación política Mario Riorda dijo a Clarín es indistinto que un político maneje su cuenta de Twitter o lo haga un asesor, pero sí es importante “un monitoreo constante del contenido, del estilo y del tono”.
“Soool quiero la lehce en mi cama Me lo merezco!”, tuiteó la ex diputada radical Silvana Giúdice pensando que le mandaba un mensaje por Whatsapp a su hija. Peor le fue a la legisladora porteña kirchnerista María José Lubertino que publicó: “¿Ya están ambas madres allí? ¿Prensa les armó alguna entrevista? ¿Que las adoctrinen, que hablen de MI proyecto”, refiriéndose a Susana Bustamante y Selva, dos madres que reclamaban la aprobación de la ley llamada “muerte digna”. Lubertino borró el tuit y publicó: “en Comisión Salud de la Legislatura escuchamos y acompañamos a las mamás de Melina y de Camila”. Pero el error quedó registrado y firme.
“Cuidar la intimidad sigue siendo un activo valioso, y sólo se recomienda hablar de la vida privada siempre que ello repercuta o trascienda hacia la política. Tomar posiciones sobre hechos de manera apresurada es una de las tentaciones habituales que suele provocar contradicciones o contramarchas”, definió Riorda.
“Ayer lo vecinos de Saavedra nos plantearon su preocupación por demoras del Polo Educativo 3 años de atrazo. Miles de chicos y jóvenes esperan”, escribió en abril de 2011 el ex ministro de Educación, Daniel Filmus. Por el “horror” ortográfico, los internautas fueron despiadados con el hoy senador kirchnerista, entonces en campaña por la jefatura porteña.
Riorda sostuvo que uno de los riesgos es “la negatividad” que las redes tienen vía la transmisión acelerada de rumores o desvirtuaciones que afectan la reputación de personas. “La red es un activador de contagio, pero también un activador de campañas negativas que toman forma planetaria o regional, dependiendo de quién se trate”, planteó.
Con todo, los especialistas recomiendan a los políticos estar presentes en las redes sociales. “El político era una figura alejada del cual solo se tenía visibilidad a través de los medios masivos de comunicación. Su participación directa en redes sociales es un cambio positivo”, opinó Darío Diament, especialista en estrategias de comunicación digital. “Creo que errores eventuales de ortografía o una Feliz Navidad fuera de término agregan naturalidad al interlocutor”, completó.
La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, dedica cotidianamente una parte de su tiempo a hacer “encuestas” entre sus seguidores: “Te consulto: ¿qué aporte constructivo harías..?”.
A diferencia de Alicia Kirchner, la Presidenta, Filmus, Lubertino o Patricia Bullrich, algunos políticos tales como el gobernador Daniel Scioli y el ex presidente Eduardo Duhalde no personalizan el uso de Twitter y prefieren usar las redes mayormente para comunicar sus agendas políticas, sin interactuar con sus seguidores y casi sin opinar.
“Los políticos saben que deben tener presencia en las redes, pero a menudo tienen miedo. En esto radica una de las concepciones más arcaicas para comprender Twitter, porque no importa que se esté o no en las redes: en Twitter ya están hablando de ellos sin consultarle, sean fieles tanto seguidores como feroces detractores. Se tenga o no un perfil abierto, ya alguien comentó algo sobre un político”, dijo Riorda.
Pero la sobreexposición puede ser contraproducente. El canciller Héctor Timerman, por caso, cerró su cuenta de Twitter. El ministro era un usuario activo de la red del pajarito azul y a diario se peleaba con políticos, cuestionaba a los medios y hasta se daba tiempo para opinar sobre relaciones amorosas tales como la de la vedette Luciana Salazar y el ex presidente del Banco Central Martín Redrado.
Elisa Carrió, en cambio, abrió recién esta semana su propia cuenta de Twitter, @LilitaCarrioOk. Las anteriores cuentas asociadas a Carrió no eran oficiales y algunas eran parodias, lo que en Twitter se conoce como cuentas fakes (falsas).
Sin embargo, según Riorda, “no hace falta tener Twitter para que la red —colectivamente hablando— construya la reputación de las personas públicas”. “La red habla, habla y habla, sin necesidad de que cada actor público le responda. Por eso es que redes como Twitter estimulan y amplifican, pero también estresan a la política. Mucho más cuando se dan fenómenos de flaming como interacción insultante entre los usuarios de internet que conduce a posturas polarizadas y radicalizadas”, sostuvo Riorda.
En la Argentina no hay estudios sobre el impacto en la imagen pública de los políticos derivado del uso de redes sociales, que aún opera en campañas electorales como un elemento novedoso. Y, según estrategas digitales, no hay que juzgar a Twitter y otras plataformas como algo bueno o malo para los políticos, sino como algo necesario, porque estos medios reproducen tanto lo bueno como lo malo de cada uno.
1 comentario:
me encantaria poder comunicarme con quien escribio la nota. estoy armando una relacionada y me gustaria un aporte de informacion en especifico. gracias. maia.
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