Con todo lo perniciosa que fue para el país, hay un par de cosas que sí extraño de la década de los 90: que no había inflación y que no había grieta pelotuda.
La grieta no es la diferencia política, la grieta es la personalización de una discusión de ideas. Es definir a las personas según a quién voten, que unos amigos dejen de serlo porque uno piense de una manera y el otro, de otra. Esa es la grieta [pelotuda] que en los 90 no existía.
La grieta es el sectarismo y hasta la endogamia en función del voto. Es rechazar al otro —incluso cuando se trate de amigos, parejas o familiares— según cómo piense en términos partidarios (ya ni siquiera ideológicos). La grieta es lo que separa a las personas en la vida.
Hay una tercera cosa que extraño de los 90: que fue la última década antes de las conexiones masivas a internet. En aquel mundo analógico todo se saboreaba mejor porque aún no había llegado la epidemia de ansiedad que vino después, y aún sufrimos, con los smartphones y las redes sociales, y que probablemente haya contribuido a engendrar esta grieta pelotuda.
sábado, 20 de noviembre de 2021
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