lunes, 8 de marzo de 2010

Lazos

Ahora, que es la primera vez en mi vida en que los días enteros pasan sin compatriotas alrededor y en consecuencia buena parte de los coloquios corresponde a un intercambio verbal sobre las costumbres de cada país, no siento ninguna necesidad de ejercer ese nacionalismo usual en muchas personas, anacrónico para esta coyuntura mundial cosmopolita, derivada de lo que se ha dado en llamar globalización. No soy cultor -mucho menos- del fetichismo snob y superficial que practican otros; ese afán por exhibir una serie de elementos típicos de una sociedad para demostrar lo diferente, lo extraordinario de una nación -pocas veces llega a merecer tal adjetivo- y, de esa forma, justificar la nostalgia que cada uno siente por la tierra. Sin embargo, el caso es que hace un rato he descubierto en el fondo de mi mochila, ya bastante deformada, una barrita de chocolate Tofi que me había comprado hace más de un mes en Buenos Aires, antes de venir a Madrid. Y sí, debo reconocer que el sólo hecho de haberla hallado me produjo cierto enternecimiento. No una melancolía pura y dura, para nada; pero sí una vaga agitación emocional. Me ha pasado lo mismo cuando, de visita por esta ciudad, mi amigo Patricio Conta me regaló una botella de Fernet Branca; y otra vez, hace unos días, cuando escuchaba Heroína, de Sumo, mientras cocinaba un arroz con salchichas. Esas conexiones… no sé. Supongo que no se puede vivir del todo ajeno a la historia de uno, al lugar, inclusive en circunstancias óptimas, de entusiasmo, de complacencia y de satisfacción como estas; que uno puede acostumbrarse a comer cerdo o a ver las películas dobladas al castellano más puro, al que hablan aquí, ese lleno de zetas, pero que a la larga siempre las preferirá subtituladas y nunca olvidará el sabor de unas jugosas entrañas a la parrilla.

5 comentarios:

Alfonsina dijo...

compañero, nada como el chocolate tofi para ahogar esa nostalgia... mas alla de eso, espero que disfrutes tu estancia por allí lo máximo posible, porque tu exilio es voluntario y transitorio, no así el de muchos que andan por allí y que saben q falta demasiado para avisorar los valles calchaquíes. Desde aqui brindaremos con branca en su honor jajaj un abrazo

Pelado dijo...

papaaaa, se te olvidó decir entrañas cocinadas por el peladooooooooo. saluuuuuuuuuu

Floppy. dijo...

Juancho, mi vida vos, aunque hagás referencia a la comida nada mas, y a la películas sé que lo q mas extrañas, es verme (es re creída, jajaj) o hacerme cosquillas. Acá no sé que onda los demás pero yo te extraño mucho :), nos estamos viendo en un tiempito que no va a ser breve pero bueno, con unas ricas entrañitas de por medio.
te amo hermanito. Cuidate

Floppy.

Martina Delacroix dijo...

Saudade, amigo. Saudade que no nacionalismo. Y está muy bien.
Un beso grande. Martu.

Eliana dijo...

pibe, ya volverán las entrañas, lo que daria yo por comer ese cerdo que describis... aprovecha! jajaja un beso