En un instante fecundo, su dulzura adormeció al negrito y brotó un jazmín. El sol asomaba sobre los ochenta y su regreso fue el arado que sembró en la oscuridad un tiempo de claridad.
Fue niña, cuna, teta, techo y manta. Fue un montón de cosas santas, mezcladas con cosas humanas. El campo, el fruto, la miel y esas ganas de amar. Cantando y desencantando se le entreveraron las penas. Anduvo llorando pa’ dentro, mientras se reía pa’ juera; así tuvo que vivir. Pero hizo tronar el bombo con fuerza, soltó su voz y emocionó a los cinco continentes.
Fue una mujer que se preguntó por la dignidad; que vio el otro país, descalzo en el arenal, durmiéndose en el andén, sin tener a qué puerta golpear. Y cuando se acordó de él, se enojó de ayer, se llovió en abril. Soñó una patria americana de mar a mar, sin distancias ni fronteras, sin hambre de justicia, de paz y de libertad. Conoció las ausencias y el mal pago, y toleró la soledad como isla perdida. La luna tucumana sabe de su largo caminar.
Tardó en llegar, pero al final logró recompensa. Tuvo tantos hermanos que no los pudo contar. Con ellos compartió las palabras y los signos, el valor de haber vivido, y les dejó la experiencia, el desengaño y la voluntad de andar gritando que no está muerto quien va. El tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella triste le dejó. ¿Cuál fue su pecado? ¡Hizo linda esta mala vida para que nos olvidemos que hay que sufrir! ¿Dónde iremos a parar, si se calla la cantora?
Volver a los 17. La infancia en Barrio Jardín. La calle regada. ¡El mismo rollo con los parientes! Esa musiquita del pueblo. El rugido del surco doliente bajo el cielo de las cañas. El vino patero. Las flores del monte. Un silencio de amigos. La risa de un niño.
Cuando vuelva, se irá a cantarle a los olvidados sin que la vea nadie, porque no querrá aparecer con los dos ojos llorados. Negros ojos sinceros. Será la voz infinita de la tierra, del mundo, del amor, de la memoria, de la dicha y del quebranto. De la esperanza. Volverá repartida en el aire a cantar, siempre.
domingo, 4 de octubre de 2009
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10 comentarios:
Hermoso homenaje querido. hay que despedirla así, cómo se lo merece, cantándola, queríendola.
Sus palabras son de una belleza conmovedora compañero, creo que su texto tiene tantos colores como la voz de Mercedes.Personalmente no comulgo con los homenajes ni las despedidas, los verdaderos artistas son eternos, por eso estoy convencido de que la negra no se fue; sólo se hizo canción. Un abrazo
muy lindo lo que escribiste Juanjo...Menos mñas que queda la música. Abrazo
Lindo, Juanjo. Gracias.
Por suerte, todavía cantamos...
Leí la triste noticia en el periodico, y me recordó los felices días pasados en su Tucumán natal... Muy bonita despedida, Juanjo... Muchos besos para Maby.
Hermosas palabras amigo...me llegó mucho lo que escribiste sobre la negra. Un abrazo grande!
Jose Andrès
Gracias, Alvaro. Un abrazo.
Esto es lo más lindo que leí en mi vida. Gracias, muchas gracias, y que Dios ilumine tu camino. Pablo Pero.
...que hermosas palabras! seguro la negra se fue a cantar a los que ahora necesitan su canto, porque el cantor no calla...es taera nuestra cantar a los de acá abajo, para que no calle la vida...un beso, tucu!
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