miércoles, 3 de junio de 2009

La araña y el alacrán

Hace unas semanas, mi amigo Diego Jemio me habló sobre La migala, un cuento del escritor mexicano Juan José Arreola. En el relato, el protagonista, decidido a matar -o a malherir- su despecho, compra una araña venenosa y la libera en su departamento, con el propósito de que el pánico a una posible picadura mortal le gane al estrago, a esa insoportable soledad. Al respecto, le comenté a Diego que hace unas semanas se apareció un alacrán bailando valses alegremente en mi baño, y que conviví con el miedo a un ataque sorpresivo y silencioso del arácnido durante varios días: sacudiendo las sábanas, abriendo las canillas antes de mojarme. Pero hasta el momento -y afortunadamente- no he vuelto a encontrármelo. Aquí no había penas, ni desamores, ni Beatriz para llorar. Sospecho que un buen día el escorpión se marchó a buscar el desengaño a otro lado.

5 comentarios:

el Rafa dijo...

Esta cientificamente comprobado que los aracnidos solo pican a gente con penas por resolver... :P
Me alegro que no calificaste a ser picado.

Anónimo dijo...

Hola los invito a que visiten http://www.eljardindetucuman.blogspot.com/

Nos vemos!

don carlao dijo...

se safa del bicho en ese entonces pero hay algs boliches en donde nadie safa je un abrazo

Mente Ridícula dijo...

Yo encontré un cadaver de alacrán en mi casa. Y como andaba con penas,por la dudas me refugié en la casa de mamiruza. Un abrazo amigo

Chukulo Helpame dijo...

Yo voy a ponerme en abogado del diablo, y diré -a favor del pobre bicho- que no debe haber sido agradable para él que de pronto entre a SU bañera-guarida un gigante con protuberancias extrañas.
Aguanten el "alacrán" julio miranda -pincha con la cola- y Alacrán, aquel que contaba chistes boludos en Cha, cha, cha.