sábado, 7 de junio de 2008

Definición de lactancia, según Josep Pla

Estoy leyendo "El cuaderno gris", la obra insigne del más célebre escritor catalán de todos los tiempos, Josep Pla. Allí encontré un concepto sobre la primera infancia, la de los primeros meses, que me pareció maravilloso. Aquí va: sospecho que la época de los pañales es la más feliz de la existencia terrenal. ¡Qué tiempo de maravilla! Esos sueños tan largos, esos almohadones tan blandos, esas deliciosas madrugadas y esos líquidos suculentos y delicados ¡no se deberían sorber de pasada! ¡Vivir en un mundo en que, esencialmente, sólo se tiene hambre y ver que todo el mundo se esfuerza por saciárosla, tiene que ser un deslumbramiento contínuo, una fascionación beatífica! ¿Os lo imagináis? Es muy cierto lo que digo, que el abrigo de la infancia crea, con los años, por contraste, la sensación de intemperie y de inseguridad. La vida se convierte en una nostalgia de la dulzura perdida, de la felicidad robada. Pero, de aquella época de placeres tranquilos y de bienestar vegetal, me ha sido siempre imposible retener cualquier recuerdo preciso y concreto... Eso debe aumentar probablemente el encanto de la época de lactancia como paraíso perdido -como paraíso terrenal-.

9 comentarios:

Sabrina Konz dijo...

¡Guau! ¡Otro admirador de Josep Pla! Confieso que no he encontrado muchos en Tucumán que hayan leído El Cuaderno Gris, obra que descubrí hace dos años de la mano de un ser muy querido y que, de hecho, es la única obra de Pla que vale la pena (¡hey! Él mismo lo dijo). Ese pasaje es sencillamente brillante aunque, de hecho, el libro en sí, es una maravilla, las imágenes muy precisas, las descripciones más increíbles que leí en mi vida... "la luna vieja"... Era un hijo de puta. Y tenía mi edad cuando lo escribió. Me quiero matar.
Qué lindo que lo estés leyendo, qué lindo que andes viajando, espero más actualizaciones.

Anónimo dijo...

Gracias, Sabri. No sabía que él había dicho que "El cuaderno gris" es el único de sus libros que vale la pena. Espero poder refutar esa aseveración cuando lea los otros dos de su autoría que me compré ayer, jaja. Besos.

Julio dijo...

Sabés lo que pasa, en una época era bastante complicado encontrar un libro suyo. Apenas tengo una pila de fotocopias que me legó un compadre, cuando lo consiguió en no se donde.

Diego Jemio dijo...

Estimada Lina: Me permito disentir con usted. Es cierto que El cuaderno gris es, quizás, el mejor libro y el más conocido de Pla. Pero de ahí a decir que es la única obra que vale la pena,me parece un poco injusto.

Por otra parte, es un mito, según varios estudiosos sobre la literatura española, que Pla haya escrito el libro a los 21 años, como se cree. Dice Cristina Badosa, una estudiosa de su obra, que Pla hizo bocetos a esas edad, ideas generales, que luego fueron completadas en su adultez.

En cuanto a otros libros de Pla, te recomiendo especialmente Cinco historias sobre el mar. Son relatos de pescadores, de gastronomía, de vida al aire libre. Y, como siempre, son textos con prosa endiablada y adjetivos sublimes. Abrazos y besos

Diego

Unknown dijo...

Buena gente, especialmente la dama: acaso deba empezar por pedir disculpas por mi manequeísmo, pero me parece que la definición de Pla es tremendamente parcial. Casi podría decirse, burguesa. O sea, me queda claro que todos los que estamos funcionalmente alfabetizados como para participar de un blog y gozamos del ocio y disponemos de los elementos para tornarlo creativo, venimos de una infancia que podemos identificar con la que Pla describe. Sin embargo, no sé si es el caso de la mitad de la población argentina, que es pobre. Y dudo seriamente que se aplique a la mitad de esa mitad, que es indigente. En todas esas mitades, precisamente, la mitad son niños. De allí que, efectivamente, haya algunos que podamos ponderar de semejante manera la venida al mundo. En definitiva, la primera psiquis del ser humano es su cuerpo. De allí que quienes gozan de cobijo, alimento y caricias, la consideren el paraíso perdido. Calculo que para los pequeños desnutridos, que no tienen almohadones, ni liquidos suculentos, ni madrugadas deliciosas, ni quien pueda saciarles el hambre, ni sueños, la primera infancia es el début, sin escalas, en el infierno tan temido.
Dejando de lado mi natural optimismo, quiero decirte, hermano, que se te extraña aquí, en el yugo nuestro de todos los días. Ya a la vuelta jugaremos un trucazo con el amigo Coronel. Y me alegró mucho leer a Diego, siempre lejos, tan cerca. Te dejo un largo abrazo. Uno que cruza el charco.

Anónimo dijo...

Compañero,reconozco mi supina ignorancia respecto de este tal Pla (el único Pla que registra mi insuficiente memoria es el de una tal Norma Pla, especie de Raúl Catells femenina de los tiempos menemistas) De todas maneras, me parece más que interesante la discusión suscitada al respecto.Para lo cual voy a parafrasear al inefable Roberto Petinato quien alguna vez dijera algo así: "Nacemos llorando, mojados, con frio, con hambre. Después todo empeora". Me parece que esta definición encierra una gran verdad que no contradice la visión tan certera como apocaliptica de Alvaro José, la cual me hizo recordar al "Niño proletario" de Osvaldo Lamborghini. Ciertamente, para los niños desnutridos esa infancia que preludia una vida infame no ha de ser ese limbo placentero que describe Pla, sin embargo tiene una gran ventaja: la ausencia de conciencia. En esa primera instancia, aquellos niños son felices porque carecen de la capacidad cognitiva para saber que llevarán una existencia que difícilmente pueda gambetear la marginalidad: Entonces, no saben que están condenados a trabajar en oficios humillantes durante su infancia, que las putas vueltas de la Argentina los llevarán a prostituirse, a degradarse, a mendigar, etc. En palabras de Artaud: "La inteligencia llegó después de la imbecilidad, que desde muy cerca siempre supo sodomizarla". Un gran abrazo

Anónimo dijo...

Gracias por el comentario, Alvarenga. Muero por un azabache con truco, realmente. A la vuelta lo hacemos. Tu comentario sobre el post fue muy acertado, al igual que el de mi estimado amigo Giunta. Efectivamente, la visión literaria de Pla es burguesa y no se ajusta a todos los casos reales, lamentablemente. Tampoco uno tiene capacidad cognitiva a esa edad tan temprana, la de la lactancia, como para sentir placer durante ese período, y tomar nota de ello. De todas formas, en el contexto de ese relato de "El cuaderno gris", Josep Pla busca, en verdad, marcar el contraste entre la lactancia, a la que compara (a la distancia) con el paraíso terrenal, y el entorno de su juventud, su familia, el pueblo y un mundo lleno de vacío, de superficialidades, de problemas, de enfermedades, de guerras. En definitiva, una vida compleja y en decadencia frente a una que nace, que recibe, que trae esperanza. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Tan hermosa esa descripción, coincidiría completamente pero reemplazando la infancia por el útero! Es verdad que no todos tienen el mismo cobijo en la infancia, pero también es cierto que ni siquiera el más cobijado escapa al desgarramiento inicial del nacimiento. Dice un libro que estoy leyendo al referirse a la infancia "La larga sensación de malestares y la presencia de otro que intenta (siempre vanamente) colmar las carencias que expresa el grito hacen que paulatinamente emerja la sensación de vacío, de desgarramiento y el impulso a suturarlo de algún modo" y claro, seguramente se sutura mejor con almohadones y líquidos suculentos que sin ellos.
Suerte en el viaje juanjo!
Anita

Juan Pablo López dijo...

tremendo chabón, tremendo