miércoles, 5 de diciembre de 2012

La objetividad sí es un valor del periodismo

Hoy se bastardea a la objetividad al punto de ubicarla como un disvalor del periodismo, cuando es exactamente lo contrario. El hecho de que todos los periodistas seamos subjetivos y siempre interpretemos lo que acontece no supone que no podamos tomar la objetividad como un norte profesional.
Con la altanería del sofista que repite discursos ajenos, los defensores del periodismo militante aman decir que la objetividad no existe, lo que es igual a decir que no existe Papá Noel.
La objetividad no existe para el periodista, como el milagro para el médico. Pero en ambos casos hay una meta que nivela para arriba la profesión.
La objetividad no es posible, como tampoco es posible lo que en los últimos tres años se ha dado en llamar en la Argentina periodismo militante, un concepto formado por dos términos opuestos: periodismo y militancia. Porque el periodismo es tomar distancia y la militancia, tomar partido. No obstante, la objetividad como un valor del periodismo, tiene un sentido positivo y no nivela la calidad profesional para abajo, como sí el periodismo militante.
La objetividad es una quimera con valor de norte profesional. Como la justicia, para el juez. ¿Qué es la justicia? ¿Qué es la objetividad? Propósitos, ideales, nortes profesionales. El médico trabaja para la mantener la salud, para mejorar la calidad de vida y para alargar las vidas. Pero todos nos moriremos un día. Entonces, la salud para el médico es un norte profesional.
En un punto –y, si existiese– el periodismo militante de nuestros días supone ocultar cosas que sí le importan y atañen a la sociedad. Es decir, desinformar. Y esto no es periodismo. El periodismo protector de gobiernos no existe. Tampoco, el que defiende a ultranza a sectores económicos, o a candidatos de la oposición, en desmedro del interés común. Todo eso es publicidad y propaganda.
El periodismo faccioso, de bandos deliberados, se abandonó a mediados del siglo XIX en la Argentina. Y nunca fue masivo, porque los públicos prefieren la información. Hoy, en el siglo XXI, tampoco lo es. Fracasan.
El oficialismo, la oposición y el sectorialismo son los disvalores del periodismo. El rigor, la imparcialidad, la pluralidad y, en todo caso, la objetividad, sus valores.