Anoche, entre las nubes, un eclipse lunar presumió desde el cielo tucumano...
Eclipse de luna en el cielo, ausencia del luz en el mar,
muy solo con mi desconsuelo mirando la noche, me puse a llorar...
Pensaba que ya no me amabas con honda desesperación
y en algo que siempre eclipsaba la luz de tu amor...
Eclipse de luna en el cielo, ausencia del luz en el mar,
muy sólo con mi desconsuelo mirando la noche, me puse a llorar...
Eclipse de amor en tus labios, que ya no me quieren besar,
quisiera olvidar sus agravios y luego soñar...
(Dedicado a Diego Jemio, a Tobías Fernández, a Federico Abel y a María Belén Sosa, mis socios en el Club del Estrago).
Eclipse de luna en el cielo, ausencia del luz en el mar,
muy solo con mi desconsuelo mirando la noche, me puse a llorar...
Pensaba que ya no me amabas con honda desesperación
y en algo que siempre eclipsaba la luz de tu amor...
Eclipse de luna en el cielo, ausencia del luz en el mar,
muy sólo con mi desconsuelo mirando la noche, me puse a llorar...
Eclipse de amor en tus labios, que ya no me quieren besar,
quisiera olvidar sus agravios y luego soñar...
(Dedicado a Diego Jemio, a Tobías Fernández, a Federico Abel y a María Belén Sosa, mis socios en el Club del Estrago).
12 comentarios:
Gracias, viejaaaa. Y nunca olvidemos que Joao es el padre de todos nosotros. Como dijo Caetano: "Ojalá algún día Brasil se merezca haber parido un artista como Joao Gilberto".
Y saque esos pasajes, que quiero pasear el estrago por tierras lejanas.
Un abrazo
Diego
Gracias Juan. Linda dedicatoria, es muy raro que justo en este mes, carnavalero por excelencia, el eclipse invite a relucir nuestro estrago.
Un abrazo.
Maby
Claro, el periodista dueño del blog se acuerda sólo de algunos de sus amigos. Que va a hacer....que me cague yo.
Está bueno el blog. Donde anda el gordo Jemio????? Otro que no me da bolaaaaaaa
Alta dedicatoria, Juanjo. Musitaré sólo dos palabras: pena, ternura y dolor. Tobías.
Sí, amigos, el estrago llega cuando uno menos lo espera. Sale uno del trabajo, llega a su casa, abre la puerta y lo ve sentado, tomando un whisky (hace jugar sus dedos con los hielos el muy cabrón, diría Jemio). Te pide que pongás algo de João, para que el dolor sea más placentero. Angustia, nostalgía, desasosiego e, indefectiblemente, muerte. Un abrazo fraterno.
Agradezco este mereceido homenaje de Juanjo a esa entrañable ONG de incomsolables que formamos hace tanto ya en aquellas noches de Barrio Sur, que siempre lo serán en nuestra memoria, cuando nos preguntábamos por qué Juanjo (Tarántula para los amigos) sacaba a relucir el estrago con niñas tan tímidas (y siempre flaquitas y de doble apellido) como parecidas a la Ana Botella (imaginaria) de Matías Ahumada (Uds. me entenderán). También nos sorprendíamos porque Diego, trasngrediendo el mandato bergmaniano, podía padecer de estrago y de hambre (de empandas de la Pizzada) al mismo tiempo. Y cómo olvidar que El Zorro nos deslumbraba con el estrago en su versión calchaquí, aunque luego lo minimizaba porque, en su desesperado (y comprensible) afán por superarlo, confiaba más en los consejos femeninos (de ese comité asesor encabezado por la Lore) que en los nuestros. Nunca lo comprendimos en aquellas lunas, como las del eclipse de Juanjo, en que, desde un balcón de la triste calle Piedras, mirábamos hacia el horizonte imaginándonos a Joao cantándole al estrago, eso sí, en dolido silencio. Federico Abel los abraza.
Sectarios del orto, que viva el cuarteto. Honor y gratitud para el chofer del Grupo Orly.
Brindo por los consejos femeninos, aunque ya no sirvan ni para mí misma. Mi estrago, señores, es peor que el de uds... Qué lindo saber de uds!
Lorena
Juanjo, saludos y felicitaciones por el blog.
Pero antes que nada, necesito hacer un pequeño descargo a las imputaciones de nuestro estimado Ábel (y sabrán perdonar si me extiendo un poco más de la cuenta):
Como andalgalense, catamarqueño y hombre del norte –que en definitiva es la condición que mejor me define- traigo congénita una serie de rasgos, prejuicios y vicios que he heredado por el solo hecho de nacer en esas tierras áridas y ventosas. Tal vez, de ahí venga ese carácter machista y matriarcal que es tan distintivo de nuestras sociedades norteñas y -según usted- me roza tan de cerca.
Y digo “matriarcal” con sana carroña; porque, claro, usted sabe bien, mi estimado Ábel, que para nosotros fue un verdadero patriarca y maestro, aunque su timidez y humildad no le permitan admitir ese papel.
No pasaron muchos años de aquel día; cuando se coló en nuestras vidas y nos enseñó tantas cosas. Aquel día en el que –a pesar de su condición de franciscano fraticelli- se atrevió a profanar esa abadía de novicios benedictinos, sedientos de conocimientos.
Recuerdo con regocijo aquellas clases en las que nos enseñó su mundo y nos llenaba de confianza y libertad. O cuando nos abrió con generosidad las puertas de su casa y nos mostraba, con la emoción de un niño, su biblioteca. Esa que estaba poblada de libros y discos clásicos, algunas rarezas y otros ejemplares que “había que tener”, porque –se sabe- los objetos culturales también comunican lo que somos, nuestra identidad. Por ejemplo aquel disco de Los Redondos, aunque me admitiera que la vos del “Indio” no le guste mucho.
O aquella vez que me acusó de “hacerme el nacionalista al llegar a la Habana”. O cuando me dijo, sabiamente, que era importante saber “administrar”, una vez hecha la revolución. O cuando nos definió como el ala jacobina de la clase. Y le confieso que sentí que era una especie Adso al lado de mi maestro Guillermo de Baskerville o que yo era Watson y usted Sherlock Holmes.
Tantos recuerdos gratos… y por esos recuerdos quiero brindar.
¡Salud, Maestro! ¡Salud, compañeros!
El Zorro
Zorro, Lore, ¡qué sorpresa sus comentarios! Me alegró saber de ustedes. Les mando un fuerte abrazo, amigos.
Reencuentros. Más que recuerdos de buenos encuentros, has generado reencuentros, Juanjo. Si este no es el éxito de un blog, ¿qué más?
¡Salud, amigo! Y mis cariños para los posteadores estragados, acaso todos los corajudos que se animaron y siguen animándose a confesarse como tales. Porque hacerlo en la intimidad del Club, dale, pero al aire en esta plataforma que tanto eleva a la Fábrica de la Felicidad de Coca Cola, ¡eso es valentía!
A ver ahora, querido Juanjo, cuándo dedicás unas estrofas de Sabina o algún fragmento de El Túnel a los bilardeados de siempre.
Los abraza, Chica Cordel.
Oportunamente haremos un post sobre Sabina o sobre El Túnel. Prometo más entradas en homenaje al Club del Estrago. Estén atentos. Besos, Mart, y gracias por tu comentario.
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