domingo, 5 de julio de 2009
Postales de una definición de película
Los últimos minutos de la final entre Vélez y Huracán se asemejan al desenlace de una película de Alex de la Iglesia: caótico, violento, grotesco, electrizante. Y largo. Después del gol de Maxi Moralez, una anciana, invulnerable, festeja el triunfo del Fortín al borde de la cancha, entre los cuerpos técnicos, cuando faltaban aún ocho minutos para que termine el juego. Angel Cappa abandona la mesura y la elegancia, desata la furia del que ya se ve segundo y se revela camorrista, desbocado; el barrio es inocultable en el fútbol, para los menottistas y para todos. El partido sigue. Fricción: planchazos, puñetazos, bravuconadas. La gloria quemera se queda a medio metro del arco rival, después de un córner. Pitazo final. Los hinchas velezanos se meten como cucarachas en el campo. Otros prefieren las alturas y escalan por el alambrado de las tribunas. Bomberos les largan chorros de agua fría en pleno invierno porteño y después del granizo. Un jugador de Vélez se ríe a carcajadas con el rostro lleno de sangre; uno de Huracán, aplastado, llora de pie. En Liniers vuelven a gritar campeón. En Parque Patricios ven al Globo caerse del cielo.
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4 comentarios:
Contundente su texto cumpa, como un cross a la mandibula. Me parece una excelente sintesis de esos eternos minutos finales. Por lo menos así lo veo yo... Un abrazo
Papá, ojalá los análisis deportivos que vemos día a día tuvieran esa prosa. ¿A quién le importa si juegan tres o cuatro defensores cuando dentro de la cancha suceden tantas cosas hermosas?
PD: Permítame que lo diga, pero a Cappa se le acabó la mentira. ¡Vendehumo!
Tiki tiki en el orto, jejejejeje... Aguante el cuervo, mierda!
Eso les pasa por ser un club chico. A llorá a la iglesia.
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