sábado, 22 de noviembre de 2008

El ateísmo de Saramago

Leí hace unos minutos en el sitio de la revista Ñ una estupenda entrevista al escritor portugués José Saramago, a propósito de su nuevo libro, El viaje del elefante. El Premio Nobel de Literatura explica por qué no cae en la tentación de antropomorfizar al animal, pese a que es el protagonista en la obra; reflexiona sobre las palabras y los giros que aparecen y desaparecen como sedimentos en la mente, y fundamenta su descreimiento de dios mediante un argumento modélico, pero cristalino, franco. En particular, este razonamiento me ha llamado la atención. Yo no creo que haya podido existir alguna vez un dios, y cuando digo esto no me refiero únicamente al Dios de los cristianos, sino a cualquier dios. No hay dioses, los hemos inventado porque los necesitábamos. Pero como de todos modos le tememos a la muerte, si podemos creer que de una forma u otra habrá una existencia después de ella, entonces encantados. Pero para eso se necesita alguien superior, esa especie de autor primordial que permite que esto siga funcionando, y ese sería Dios. No creo y nunca lo he creído. En un universo en donde hay 400 mil millones de galaxias, y cada galaxia, según mis cálculos, tiene millones de estrellas, y cada estrella tiene sus sistemas de planetas en ese vacío total del universo... Bueno, bueno, si yo fuera Dios, habría inventado un universo menos complicado, más cómodo, más confortable. Es decir, me parece absurdo. Yo hablo tanto de religión porque me cuesta trabajo comprender, además por qué, si yo tengo una religión, estoy obligado a odiar a la gente de otras religiones. No debería sorprender, porque los que siguen al Real Madrid no pueden ni pensar en los que siguen al Barcelona. Si esto sucede en algo tan rudimentario como el fútbol, qué es lo que no ocurriría si yo creo en un dios y no puedo soportar la esencia de alguien que cree en otro dios. Es la prueba de que en el fondo somos bastante estúpidos, con todo respeto. Por eso a veces digo que el mundo sería mucho más pacífico si todos fuéramos ateos.

5 comentarios:

Sabrina Konz dijo...

Mmm... Bueno, es un planteo un poco... qué sé yo... trillado. "No hay dioses, los hemos inventado porque los necesitábamos"... Y discutido a más no poder.
Creo que se equivoca un toque. No significa que por ser hincha de los católicos tenés que ser enemigo de los judíos. No sé. Es mal ejemplo porque, en todo caso, el dios de ambos es el mismo.
Hay uno solo. Uno para todos, con distintas formas y nombres. Uno.
¿Sería mucho más pacífico si fuéramos ateos? Tal vez, pero también seríamos más tristes, más solos, más desesperanzados.

Anónimo dijo...

La crueldad sencilla y sincera de vivir.
Hay que leer atronomía, y ser adultos.
O creer y sonreir.

Bruno Cirnigliaro dijo...

Iba a escribir un comentario. Pero al leer lo de Lina Masaki mis palabras encontraron allí su eco. Era muy parecido a lo que quería escribir. Por eso me sumo a su comentario y algo más: que Saramago escriba más, y dé menos entrevistas.
Saludos Juanjo, siempre haciéndonos polemizar!

Anónimo dijo...

Saludos, chicos. Sus comentarios son siempre acertados. Me encantó el del Anónimo. Leer astronomía y ser adultos, o creer y sonreir. Es dilema de la vida. Un fuerte abrazo.

el Rafa dijo...

Hoy me haré eco de dos comentarios anteriores. El de anónimo: “Hay que leer astronomía, y ser adultos. O creer y sonreír.” Concreto y locuaz. Y el de la entrañable Lina “¿Sería mucho más pacífico si fuéramos ateos? Tal vez, pero también seríamos más tristes, más solos, más desesperanzados.” Gran reflexión disparadora.
Buen post estimado Juanjo.