
Maipú 333, San Miguel de Tucumán. Escondido entre la gruesa pilastra de un viejo edificio y la vidriera de un local comercial se encuentra este grafiti redentor. Si uno camina por esa cuadra cualquier día, a la mañana o a la tarde, entre el apuro de la gente, las veredas angostas, los bocinazos de los autos y los gritos de los vendedores ambulantes descubrir esa inscripción es ciertamente un bálsamo. Debería haber más epígrafes urbanos del tipo. La ciudad sería menos agresiva.