Anoche fui a cenar a Setimio, un wine bar ubicado frente a la plaza Urquiza de esta ciudad. Los martes son días especiales: hay sushi. La única que vez que degusté esos bocaditos orientales de pescado crudo, de arroz y de otras yerbas fue el año pasado, cuando mi amiga Martina Delacroix gentilmente había planificado un selecto convite en ocasión del estreno de un departamento que acababa de alquilar. Ahora tenía ganas de comparar los que había cocinado Martina con los del chef de Setimio, uno de los poquísimos comercios en Tucumán donde se puede comer sushi. El lunes había ido a hacer las reservas, porque el lugar es chico y necesitan saber cuántos son para poder estimar la cantidad de comida a preparar, según me comentaron. Hecha la reserva, llegué a la vinoteca ayer cerca de las 23, después de una jornada laboral agitada. Subí por las escaleras. Había pedido una mesa en el primer piso. La cristalería de los vasos y de las botellas se combinaba armoniosamente con la madera de los muebles y de algunos elegantes cachivaches relacionados con la vinería y con la gastronomía en general. Buen gusto. Buena música. No era el chill out barato que está en boga en los lugares top. No sé qué era, pero agradaba. Se dejaba escuchar. El salón no estaba lleno. Eso también era bueno. Los otros tres comensales (mi hermana, su novio y mi compañera) me esperaban sentados. Después de una breve charla introductoria, nos pusimos a hojear la carta. Decidimos qué pedir. Llamé al mozo:
- ¿Qué tal? Queremos dos porciones de sushi surtid…
- No, no hay sushi.
- ¿Cómo que no hay sushi?
- Es que se acabó.
- ¿Cómo que se acabó? Yo hice las reservas ayer para cuatro person...
- Sí, pero usted reservó la mesa, no el sushi.
Respuesta inverosímil. Inadmisible. Pero respetuosa, eso sí.
23.30. Era tarde. No convenía salir a buscar otro restaurante. Volvimos a revisar la carta. Esta vez, el mismo mozo nos acercó atentamente, hay que decirlo, unos bocaditos que habían quedado. “Para que no se queden con las ganas”, nos dijo. ¡Pero no era sushi! ¡Era comida china! Y para nada buena, por cierto. Eran como empanaditas con apenas un golpe de horno, como crudas, rellenas de atún. Gusto a nada.
Pedimos pasta. Veintidós pesos un platito de sorrentinos de morondanga, con gusto a… ¡nada! Lo único rico de la noche fue el Latitud 33 Cabernet Sauvignon, al que por suerte lo hacen en Bodegas Chandón, y no en Setimio.
Cuando terminamos de cenar, habiendo tratado de pasarla bien a pesar de la saga de chascos, se acercó el chef del sushi, el que cocina todos los martes, y nos ofreció sus más sinceras disculpas. “Ojalá vuelvan pronto para que puedan ser compensados”, nos dijo, con un acento educado y con una sonrisa amable, pacífica. Después, se fue a saludar en otras mesas.
Demasiado glamour.
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16 comentarios:
CAGATEEEEEEEEEEEEEEEEEE, eso te pasa por querer hacerte al cheto. Ja. Los choris de la Francia primera cuadra, al ladito de la vía, frente a la Refinor de Longo son un DES PE LO TE; no se acaban nunca y no salen 22 mangos.
Ahora me pongo serio: una lástima amigo. Buen intento y muy buena data. Ni cuando gane el TeleKino voy a ese sitio.
Pregunto: si a la gente le gusta comer ¿Para qué mierda se sienta en lugares caros, en donde sirven lo que quieren y en raciones microscopicas?
Salud. Cuando inaugure sede no habrá Sushi, pero se irá a su casa con la panza llena y las arterias tapadas de uva fermentada.
Celebro la rapida, hilarante e ingeniosa respuesta del mozo. El hombre tenia razon, la reserva era de mesa.
Pa`la proxima ya sabe, a no dormirse.
¡No, Viqui! ¡Hay que denunciar por publicidad engañosa a ese lugar! Es como el cuento de Menem que me contó mi amigo Pollo hace unos días. Resulta que el turco, siendo Presidente, va al Hospital de Niños a entregar juguetes por el Día del Niño. Se le acerca una enfermera y le dice: “Señor Presidente, usted viene a dar juguetes pero aquí hay muchos chicos que no comen”. Entonces, el Presidente, visiblemente molesto, le responde: “¡Ah, no! Si no comen, no hay juguetes”. Saludos, Vic. Julius, espero el convite a tu nidito de amor. Abrazos.
Mensaje para la tal Victoria: pasé por aquí (es sólo un eufemismo para no tener que hablar de la omnipresencia) y vi tu mensaje. Quería decirte que si frente a la estafa descripta, tu lectura es que la respuesta del mozo timador es ingeniosa y que la víctima no debe dormirse, entonces la contestación a la duda que tenías la otra noche es, simplemente, sí. Si tu novio te pega (y para mejor, lo hace con un toallón húmedo porque de puro ingenioso no quiere dejarte marcas), es porque te quiere.
Atentamente, un sociópata.
Voy a tomar las riendas de este asunto y presentar mi alegato.
No quiero que se mal inteprete -como veo, esta sucediendo- yo siempre voy del lado de los que deben defender sus derechos.
En este caso, solo celebre el ingenio del mozo, que al fin y al cabo no tenia nada que ver con el mal calculo del chef.
El, " a no domirse" fue simplemente un decir, nada a favor de los timadores.
Saludos Juanjo, usted bien sabe como somos. Un beso
Y al tal Angel no he de responderle tamañanas atrocidades.
Ya se lo extrañaba por estos lares compañero.Con respecto a la situación narrada, creo que ha sido víctima del posmodernismo gastronomico y de la tendecia a la comida pop, alimento efimero y netamente visual. Se trata de un marcado onanismo alimentario en el que los chef se creen emulos de Warhol y quieren hacer de sus platos obras de arte. El verdadero arte culinario es el del maestro ragazzoni y sus kilométricas milanesas de avestruz y los proletarios ravioles ferroviarios.
Pero contrario a lo que dicta el adagio, creo que la culpa es también del chancho. ¿Qué podemos esperar de esos sitios chik a los que acuden viejas avinagradas que comen puchero y eructan caviar?. Abrazo
Un copado el Chef, ¿no? ¡ja! Atorrantes... ya la pagarán ¿Cómo pueden ser tan de cuarta, loco? Yo los mando a mierda después de comerme todo el pan de la mesa.
Un abrazo primo
Ahh no! Lo primero que se me viene es CAGATE! porque nos invitaste te acordas? En fin, seguro esas empanaditas son la entrada del sushi unas bastante fea de salmon! Pero buee que garron lo de la mesa esa no la tenia!
Al cabo que el sushi debió haber estado horrible.
Como siempre estoy de acuerdo con usted, compadre Pollo. Esa comida pequeña no sirve para nada, mucho menos cuando para acceder a ella uno tiene que andar pidiendo tanto turno. Abrazos, me alegro que Juanjo haya vuelto al ruedo con sus posts... pasó mucho tiempo, no?
Corrijo: es el único restaurant en Tucumán donde se cocina sushi, el otro lugar donde hay sushi es en Jumbo.El de Setimio es muy superior, incluso mejor que la mayoría de los que probé en Buenos Aires.Así que, Juanjo, te perdiste una buena oportunidad de conocer algo de esta tradicional comida japonesa.
Concurro casi todos los martes de verano a Setimio porque su principal atractivo es esta comida, siempre comí lo que quise y fuí bien atendido. Quizás lo más criticable es la falta de vinos blancos adecuados para acompañarlo ya que el sushiman no produce sake y la oferta de buenos vinos o champañas en el restaurante es escasa.
Lo de la reserva fue mala suerte pero siempre tienes la posibilidad de levantarte e irte. Si te pareció alto el precio de la pasta no se que dirías del valor del sushi, porque para dos personas te iba a costar $80, si eran cuatro más bebida mas postres eran mas o menos $200. Creo que igual te ibas a molestar.
Esas empanadas se llaman gyozas y, si, son de origen chino pero muy consumidas en Japón.Las galletas de sésamo con que lo sirven son adictivas.
Lo del Latitud 33 Cab es bastante discutible ya que es una etiqueta bastante básica y masiva de una empresa que vende más que nada glamour.
En cuanto al comentario del Pollo creo que el posmoderno es él por la rebuscada y afectada forma de escribir. Muy progre y muy pobre en conceptos.Sospechosamente llenas de lugares comunes fruto de la envidia y la ignorancia ya que el sushi seguramente es mas antiguo que las famosas milanesas que cita, incluso más sano. Lo que si creo es que posee una falta de apertura mental y cultura dominante en nuestro tan mentado progresismo nacional y popular.
Ah, no soy un viejo concheto.Saludos
El sushi no es comida de chetos -básicamente es arroz con pescado crudo y algas- y es costoso porque su elaboración es compleja, igual que la comida árabe.
En lo personal es uno de los mejores platos que he probado en mi vida y cada vez que voy a Bs As no dejo pasar la oportunidad de probar diferentes tipos de sushi. Lo bueno es que allá hay mucha más variedad y precios para todos los bolsillos.
El sushi de Setimio es bueno, pero tampoco es para volverse loco. Puede ser que haya poca variedad de blancos, como dice alguno, pero para mi con los que hay sobra. Además el invento de que el pescado se come con blanco surgió de un antojo de un ricachón que lo puso de moda, como bien lo cuenta Brascó en su último líbro. El sishi puede comerse con blancos, tintos más "bebibles", sake o también, como me gusta a mi, con una cerveza bien helada. De postre, yo le meto un par de amarillos, como corresponde. Saludos y la próxima avisá Juanjo a si vamos juntos
Corrijo: Anonimo no es un viejo concheto, es un viejo pelotudo.
Juanjo, lamento tanto este incidente. Por pura casualidad encontre el comentario.En primer lugar, si estas en Tucuman (tarde pero seguro) te ofrezco un sushi a domicilio de 24 piezas, especial, sin cargo, por supuesto. No hay excusas, pero sucede que no somos dueños de Setimio ni chefs del lugar, simplemente vamos con el sushi, ahora los sabados.Falta mucho profesionalismo en la atencion, en el servicio, es verdad. Es un tema CULTURAL, de falta de buena disposicion al cliente. Si volves a Setimio...un tip:cualquier inconveniente, simplemente bajas a la barra y alli estaremos para atenderte y tratar de solucionarlo. Y no somos tilingos ni sofisticados, apenas queremos hacer buen sushi. Otra sugerencia: delivery al 431 4853, los precios son mas acomodados, el servicio ultra personal y la presentacion excelente, ademas del envio sin cargo. Mis diculpas.
Y para despedirme y no abundar: en relacion al comentario del Sr. Pedro Noli, a quien no conozco personalmente, una acotacion: no creo que errores (graves, lo admito) en la atencion o servicio a un cliente, justifique que se tilde de "atorrantes" a dos personas, o sea, mi esposo (Daniel Wainziger, chef) y yo (Adriana Friedheim).Somos laburantes, Pedro, y tambien cometemos errores. Lo que no acepto es que me llamen estafadora y atorrante, ¿no te parece?. Me ofende porque me gano la vida trabajando, aunque eso no justifica prestar un servicio inadecuado.
Che, no, Adriana. Me refería a la respuesta un tanto picarona, atorrante y hasta chistosa del mozo, según cómo fue contada. No más que eso. Por favor, tomalo así.
De casualidad, también, entré a este post. Ojalá leas estas palabras.
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