martes, 8 de abril de 2008

El tiempo no importa

A La Calesita no le pasan los años. La cartelería de la egregia peluquería para chicos da cuenta de ello (¡El austral dejó de circular hace 17 años!). También, los fígaros, que visten la misma chaqueta marrón y siguen haciendo las veces de maestros tijereteros, caminando en semicírculo una y otra vez alrededor de esos pequeños tronitos en altura. También, los clientes, que siguen yendo pese al paso de las generaciones (¿cuántas serán ya?). Y también, indudablemente, ese pintoresco tiovivo que gira todo el tiempo con los mismos dibujitos de Disney (me parecía inmenso cuando era chico). En tiempos en los que el minimalismo y la modernidad urbana parecen quitarle valor a lo tradicional, a lo histórico, La Calesita guiña un ojo desde la esquina de Junín y Santiago del Estero, en San Miguel de Tucumán. Ojalá lo siga haciendo.

16 comentarios:

Pedro Noli dijo...

¡Cuántos años debe tener ese plastiquito! Lo loco es lo bien que lo cuidan, como al lugar. Nunca me corté el pelo ahí, tendría que hacerlo ¿no? No vaya a ser cosas que me ocurra como me pasó con El Molino, donde nunca tomé un café. Y ahora me arrepiento porque no lo conocí. Mi próximo corte será ahí. Te lo prometo a vos, primo, que me hiciste dar cuenta.
¿Cómo te diste cuénta de cartel? ¿Ahí vas a masacrar a tus rulos?

Bernardita Padilla dijo...

La verdad que La Calesita es una tradición en Tucumán. Mis viejos me cuentan que ahí me llevaron a hacerme el primer corte de nena, carré y con flequillo. Dicen que renegué como condenada, pero hoy estoy con casi el mismo corte, flequillo pero largo.
En fin, espero que este lugar siga porque ¿qué es más divertido que cortarte el pelo y mientras tanto dar una vuelta en la calesita?

Julio dijo...

No apuestan al país, viejo. ¿Ahora cuesta 10? Antes salía 5. Me corté el pelo ahí desde los 0 hasta los 23. Ya no entraba en el caballito y me dio pavura. ¡Un bajón!

Me destrozaba Lito, un gordito de Lastenia que tenía un grupo "de música tropical", decía por aquellas épocas. Eso sí, siempre con navaja, ¡eh!

¡Cuántos recuerdos, Juanjo!, ahora falta que escribas sobre el trencito del parque, las aerosillas de El Cadillal, los rosqueteros de las siestas de domingo, lo juguitos CooTam, los chicles Jirafa, las tortas de cumpleaños con los jugadores de los Santos y los DK (variante River-Boca para los porteñizados) y las galletas con forma de animalitos que vendían sueltas en los almacenes. Eso sí, hacéle algo especial a los huevitos de colores que venían en ese combo: eran imposibles de masticar.

Anónimo dijo...

Primo, a mí también me gustaría volver a cortarme el lope en La Calesita (lo hice un par de veces cuando era chico). Es una peluquería para niños pero calculo que no tendrán drama en cumplirles el sueño a los melancólicos. Eso sí, como dice Julio, no pretendamos subirnos a los caballitos porque se van a quebrar en mil pedazos.

Me di cuenta de cartel de los 10 australes de casualidad, porque estaba esperando que el Turco Asís (¿te acordás?) me busque con el auto en esa esquina para ir a jugar al fútbol. Un abrazo.

¡Cuántos recuerdos, Julius! Realmente. Definitivamente, los posts retro tienen ese qué se yo, ¿viste? Desgraciadamente, el trencito del parque dejó de funcionar ya. Es otra de las víctimas del olvido, de la innovación en el entretenimiento de los más chicos y de otras cosas prefiero no mencionar para no renegar.

Bernardita, debés ser una de las pocas chicas que se cortó el pelo en La Calesita, ¿o no? Un beso, y gracias por el comentario.

Saludos a todos.

Anónimo dijo...

es tan lindo ver estas cosas....realmente de pelotudos, homosexuales como ustedes no se puede esperar otra cosa.....juanjo porque no asumis que sos reputo!

Anónimo dijo...

A decir verdad yo no iba a la Calesita, iba a Pocho, hasta que se empingó y me tuve que buscar otra peluqueria. Lo que recuerdo del lugar son las altas camisas de los peluqueros, parecían los palmeras, le ponían fiesta los chabones. La pucha, como extraño tener pelo!!!!

Anónimo dijo...

Jaja, es verdad, compañero. Eran camisas negras con mucha onda. A Pocho también supe ir con mi viejo, hasta que yo comencé a podarme solo los mochos y mi viejo se compró la maquinita para cortarse los flecos en la casa. Es pelado, entonces era al pedo que gastase 10 mangos en una tijereteada que no duraba ni cinco minutos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Juanjo, muy buen blog! Lo de La Calesita me produjo un nudo en el estómago, de esos que te agarran cuando te vas haciendo medio vieja y las cosas te traen recuerdos. Me acuerdo que de chica lo llevaban a mi hermano ahi porque era en el único lugar en el que se quedaba quieto. A mí no me gustaba entrar porque me daba verguenza, siempre había muchos varones...jajjaja
Saludos y te invito a mi blog recién inaugurado

Anónimo dijo...

Uhm, si salta la ficha que La Calesita tiene valor histórico, elquetejedi la va a querer hacer shopping.
Un abrazo, compañero.

Pedro Noli dijo...

¡Cómo que para chicos solamente! ¡Nooo! Se de varios que pasaron los 20 y se cortan ahí. Posta, posta. ¡Sí Julito C. es uno de ellos!
Cuando era niño mi mamá casi siempre me cortaba el pelo. Una vez que otra, cuando entraba una moneda más a la casa, me mandaba al peluquero.
Tenía que ir al Salón César que cobraba, ponele, $12. Pero yo hacía lo hacen todos los chicos a penas los padres le dan rienda suelta: empiezan a conocer la calle. Y ahí descubrí que una misma cosa puede tener distintos valores, y que por algo lo vale más o vale menos, aunque sea exactamente lo mismo.
Y yo, desobendiende, me fui a otro peluquero que cobraba la mitad. Se llamaba (o se llama, no se si vive) Polo y tenía un gay de asistente, de quien no recuerdo el nombre.
Su local estaba en la avenida Aconquija al 2000. Y ese viejo, nos dijo -cuando uno es niño siempre se va a cortar el pelo con un amigo- que el tango tiene olor a concha y gusto a vino. O al revés. No me acuerdo bien. También había unas revistas porno por ahí.
Esa vez me asusté. Era un adulto extraño, intentando hablar se sexo, conmigo y mi amigo, que teníamos 8 años. Así que me cortó el pelo y zafé rápido, en mi bici, para mi casa. Nunca más volví por ahí, aunque me gustaría saber en qué anda ese hijo de puta.

Juan Pablo López dijo...

creo que TODOS los niños tucumanos de hoy y de siempre, pasaron por lo caballitos de madera y los autitos de "La Calesita"
Que buen rescate, chabón

Anónimo dijo...

Nati, gracias por tu comentario. Pasame la dirección de tu blog así lo visito.

Natalia J Viola dijo...

Juanjo aquí va: www.eltermo.blogspot.com
Te espero!!
Naty

impar dijo...

las veces que me pase por ahi, veia inmensa la calesita, es mas, la primera vez que le cortaron el pelo a mi hija fue ahi, me dieron una bolsita con el pelito y todo, además note que todo sigue igual de bien!
ja
saludos

Anónimo dijo...

posta, no existe un tipo en Tucson que no pasó por "La Calesita",es más hoy me voy a cortar el pelo ahi y sigue intacto...y tengo 22 años,prefiero cortarme el pelo ahi que tener que entrar a una peluqueria donde abundan los peluqueros medio trabas...

Diluvio dijo...

Hay fotos actuales?