viernes, 5 de noviembre de 2010

La sonrisa de la muerte

Acabo de volver de un encuentro con amigos. La muerte me acompañó a casa y está aquí, ahora, sentada, en silencio, mirándome con ojos tiernos. Tras un par de cortejos, se acuesta a mi lado, reza un Padrenuestro y se duerme. En verdad, finge dormir, y me mira de reojo. Yo, en cambio, si me dormiré y ella calará en mi sueño, tomará mi mano y andaremos juntos el camino de la vida. Me señalará la desdicha y la finitud. Luego, beberemos vino. Más tarde, la muerte y yo haremos el amor. Ella querrá más y yo me negaré; le diré que me deje soñar en paz, que lo dejemos para otra noche. Ella sonreirá y se dormirá después que yo.