viernes, 30 de enero de 2009

Decir lo mismo

Nos interesaba llevarnos de Cuba ejemplares de la edición del Granma del 1 de enero, 50º aniversario de la Revolución. Le preguntamos a Idelisa, nuestra anfitriona, si nos iba a resultar difícil obtenerlo. Le dijimos que queríamos comprar varios de esa fecha, porque sería valioso contar con una publicación que suponíamos emblemática. Nos contestó: por supuesto que se los puedo conseguir. Y varios. Si ese diario hace 50 años que no informa nada; siempre dice lo mismo. Finalmente, después de haber podido adquirir una decena de ejemplares, pensé: en los periódicos de países capitalistas, ¿aparece información muy distinta cada día o siempre, más o menos, también se publica lo mismo?

domingo, 25 de enero de 2009

Profesionales del baile

Los cubanos se destacan en muchos ámbitos, pero en la danza hacen punta. En todas las discos de la isla a las que fui observé decenas de parejas bailando con una naturalidad y un erotismo extraordinarios. En cada discoteca la postal es cientos de personas moviéndose así: sensualmente y al ritmo. En la Argentina, cuando se oye cuarteto, rápidamente la gente se forma en dúos y bailotea, dando vueltas de la mano y sacudiendo la cadera un poco. Pero en Cuba es diferente: todos parecen profesionales y la danza es indiscutiblemente más sofisticada. En un boliche de Trinidad que se llama La Cueva, después de haber meneado casi con pasión su cuerpo durante un par de canciones, una mulata preciosa fue a descansar a la mesa contigua en la que estaba sentado yo. Luego de que me pidió candela para encender un cigarrillo, le pregunté cuál era la danza que todos bailaban y me respondió que se llama Casino; algo parecido a la salsa. Entonces, le dije que me resultaba un estilo difícil, que demanda cierto aprendizaje, y le confesé que yo no podría asimilarlo en una noche. Y me contestó: ¡no!, es de lo más fácil. Sólo tienes que dar un par de pasos y después la música sola te lleva. Así de sencillo. Así de complejo.

viernes, 16 de enero de 2009

Quinceañero

Entre las cosas que traje de Cuba hay discos y libros. Uno que estoy leyendo se llama Las derrotas, del poeta, ensayista y narrador cubano Alberto Rodríguez Tosca. Aquí va uno de los poemas. Se llama 15.

Yo siempre quise ser un gran poeta. Incluso yo estaba llamado a ser un gran poeta. Tenía quince años cuando el gran poeta que iba a ser empujó la puerta de mi cuarto y me dijo: "Tú vas a ser un gran poeta... pero hay que trabajar". Tenía quince años y era yo. No el trotavientos que ahora soy y se burla de todo y a toda hora le saca la lengua a aquel gran poeta que iba a ser. Tenía quince años y cada noche una palabra distinta se acostaba conmigo y en la mañana amanecíamos con hijos que crecían en la tarde y en la noche se acostaban con otras palabras que daban a luz palabras nuevas, hijas del siguiente amanecer. No era nada despreciable mi familia cuando tenía quince años y el mundo comenzaba a mis pies y terminaba en la lengua de Dios justo en el instante en que empezaba a decir "hágase esto y lo otro y aquello y lo de más allá". Tenía quince años y era yo. Tenía quince años y era Dios. Sí, yo estaba llamado a ser un gran poeta. Por Dios lo juro. Y también por mi madre, que otro día entró a mi cuarto y me dijo: "Yo no sé si tú vas a ser un gran poeta, pero lo que sea que vayas a ser... hay que trabajar".